Hoy me he levantado con esa incomodidad extraña que dejan los sueños cuando alguien de tu pasado se cuela en ellos para hacerte la puñeta. Nunca he podido evitar que ciertos sueños me afecten como si hubieran sucedido de verdad.
Hay quien se queja de no soñar o más bien de no recordar los sueños. Hay quien en cambio se pasa el día soñando, aunque sea despierto. A mi me encanta dormir y me encanta soñar. Bueno, también es cierto que en parte lo que me gusta es evadirme de la realidad, de esta realidad. Siempre me ha gustado pensar que cuando cierro los ojos y me sumerjo en el mundo del inconsciente estoy pasando la frontera de un mundo paralelo. Me fascina la idea de las dos realidades.
Hay sueños fugaces, que se olvidan nada más materializarse en la mente. Hay sueños que se repiten, como el de correr con todas tus fuerzas mientras alguien te persigue, sin conseguir avanzar. Otros dan señales claras de tus emociones y estados de ánimo: alegría, frustración, nerviosismo, tristeza... Los hay que se clavan en tu memoria como una señal de alerta, cómo aquella vez que soñé que algo grave le pasaría a mi madre y al día siguiente tuvo un accidente de coche cuando yendo de peatón un coche se la llevó por delante. Ahí es inevitable sentirte culpable porque piensas que de alguna manera lo sabias y podías haberlo evitado. Evidentemente eso no es posible.
Hay sueños que te engañan y te confunden, precisamente por el empeño de desvelar su significado, acabas recomponiendo una historia que solo existe en tu imaginación. Pero sin duda alguna, hay sueños fascinantes, cómo el de volar por encima de montañas enormes cubiertas de un intenso verde, de bosques de árboles que acarician el cielo y pequeños pueblecitos con casas victorianas. O aquel otro en el que te sumerges como un pez en aguas cristalinas para recorrer coloridos mundos submarinos.
Hay otros sueños que te preparan para momentos importantes, por ejemplo para enamorarte, cuando de repente empiezas a soñar reiterativamente con hombres encantadores que te hacen sonreír hasta que un día uno de ellos se materializa.
Y es que soñar es divertido aunque a veces tenga un gran peligro: lo que sueñas se puede hacer realidad. Sea como sea y como dijo el maestro, los sueños, sueños son.
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