lunes, 6 de diciembre de 2010

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Llueve fuera y el caer de las gotas me inspira y me devuelve las ganas de escribir. Aquí. Calentita. Protegida. En mi cuarto. En mi casa de toda la vida. Mezclando lo nuevo y lo de siempre. Tiempo de reencuentros y tiempo de soledad. Momentos para compartir y momentos para encerrarme en mi burbuja y dejar descansar la mente y el corazón en la seguridad del hogar paterno.
Los últimos meses han sido intensos. Muchos cambios y emociones, pero sobre todo saber acoger de nuevo a la felicidad. Ese ente abstracto que nos pasamos tanto tiempo buscando que cuando llega no sabemos como tratarlo.
Me gusta mi nueva vida, mi nuevo pueblo, mis nuevos compañeros que poco a poco se convierten no solo en amigos, sino en una pequeña-gran familia. Me gusta mi trabajo y me gusta descubrirme nueva y antigua a la vez. Adulta y adolescente por momentos.
Me gusta estar serena y saborear la paz del alma. Me gusta darle la cara a los miedos para con un guiño sacarle a ellos también la sonrisa. "A veces los miedos nos impiden vivir..." leo en el último libro que está siendo víctima de mis ansias de evasión. Y pienso en cuanto de verdad tiene esa frase. Me gusta identificarme en los personajes de los libros, que me trasmitan sus vivencias y emociones en ese nexo de intimidad que solo despiertan algunas historias.
Me gusta crecerme ante la adversidad; transgredir de vez en cuando las normas de la rutina; mirarme en el espejo y verme guapa.
Me gusta encontrarme con mi amigo del alma y que no sea necesario preguntarle como está porque se lo veo en el brillo de sus ojos.
Me gusta dar abrazos inesperados en lugar de dos besos porque estoy alegre y quiero compartirlo y ver la reacción de la gente. Y me gusta que la gente se alegre de verme y sean ellos los que me regalen abrazos a mi.
Me gusta que se me note la luz del alma y que sea alguien con quién compartí momentos de amor quien me lo diga.
Me gusta saber que Daniel pronto nacerá y que Ana será la madre más preciosa del mundo; escuchar sus miedos e ilusiones; imaginar su sonrisa al tenerlo entre sus brazos; sonreír yo al imaginarlo entre los mios.
Me gusta sentir mariposas en el estómago, reconocerlo con valentía y que esto no me quite el sueño. El que me de un poco igual ser correspondida o no, siendo suficiente el constatar que he crecido al dolor.
Me gusta hacer balance en estas fechas de los últimos años y saber que mucha gente que quise se fue pero que con el tiempo yo salí ganando.
Me gusta aprender. Me gusta sentir. Me gusta despojarme de la coraza. Me gusta escribir lo que pienso sin preocuparme de ordenar las ideas...
Me gusta vivir el hoy y que tú estés en él para compartirlo contigo.

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