Maria mira como Ana amamanta a su pequeña de tres meses. No deja de sorprenderse de este milagro de la vida. Como una vida da otra vida. Como después de nacer el lazo entre madre e hija sigue siendo un cordon umbilical invisible pero resistente y vital como el anterior.
Ana representa uno de los sueños de Maria. Es un canto a la esperanza de formar una familia fruto del amor donde la principal riqueza sea el cariño y el respeto. Maria se siente cursi solo de pensarlo. Acaba de contarle a Ana su verano de idas y venidas. Sus ligues y amores fugaces. Asegura que es feliz con su vida pero no deja de añorar los hijos que no tuvo cuando soñaba con hacerlo. No deja de pensar que ha perdido la capacidad de enamorarse. Ana la mira a los ojos y es capaz de leer más allá de sus palabras.
- No tengas prisa. No vendas tu alma. Llegar, llegará seguro, pero son malos tiempos para el amor verdadero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario