lunes, 23 de agosto de 2010

Momentos para coleccionar

Cuando aquella mañana me monté en el coche junto a mi padre camino a "quien sabe donde" el futuro se abría como un gran acantilado. La lluvia repiqueteaba en los cristales del coche mientras que en mi cabeza giraban millones de pensamientos sembrados de ilusión, miedo, incertidumbre...

Un pueblo pequeño perdido en la sierra de una mañana gris a cuatro horas de mi casa. Presentación en el trabajo y búsqueda de alojamiento del que iba a ser mi hogar durante unos cuantos meses. La cosa pintaba desalentadora hasta que apareció ella alegre y decidida para hacerlo todo fácil. Cuando me monté en su coche y escuché "Vetusta Morla" en su reproductor supe que estaba frente a una amistad que perduraría en el tiempo. Es como una señal que confirma la intuición.

La primera vez que vivía fuera de casa y allí estaba Luisi para hacerme un hueco en el mueble de la cocina o del baño para que me sintiera como en casa; para decirme como funcionaban las cosas en el trabajo o para ofrecerme un abrazo si por casualidad me sentía triste en algún momento. Eso dio paso a las conversaciones interminables en el pasillo con continuas promesas de encerrarnos en las habitaciones para estudiar antes de que alguna carcajada nos hiciera olvidarlas. O la excusa de fregar los platos o fumar en compañía para ir descubriendo un poco más de nuestros pensamientos complicados.

Cuando hace justo dos semanas le vi llegar desde mi balcón a la puerta de mi casa no me lo podía creer. "Hoy día no hay distancia que esté demasiado lejos, pronto nos veremos", me decía para consolarme cuando nos despedíamos hace poco más de un año sabiendo que se cerraba uno de los momentos más importantes de mi vida.

Y de nuevo todo volvía a ser fácil. Una cena y una copa en una terraza de verano no fueron suficientes para ponernos al día pero sí para comprobar nuestro estado de ánimo.

Luisi es especial. Es emprendedora y valiente. Es luchadora y coherente con sus ideas. Es idealista y divertida. Es protectora. Es lo más parecido a una hermana mayor que he conocido. Por eso a mi vuelta de estos días compartidos vuelvo a comprobar como piezas de mi que andaban sueltas vuelven a encajar en su sitio. Cómo de repente se ha cumplido la promesa que hizo al encontrarnos de que antes de que nos separáramos de nuevo, volvería a recuperar la alegría y la fuerza. Porque estar con Luisi es poder ser yo sin prejuicios. Reconocerme libre, auténtica y nueva a la vez. Porque estar juntas es aventura asegurada, risas, anécdotas... porque el universo conspira a nuestro favor para llenarnos de energía y revitalizar nuestros sueños.

Ahora, a las puertas de un nuevo rumbo, recordar todos estos momentos me da la fuerza suficiente para confiar en que todo saldrá bien, que el esfuerzo y las dificultades valen la pena porque siempre hay gente maravillosa que se cruza en tu camino para compartirlo. Personas que como Luisi siempre te proporcionan momentos inolvidables para coleccionar en tu memoria y llenan tu alma de gratitud hacia la vida.

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